Ocurrió cuando estaba descansando, estaba ante un abismo que se había situado ante mí, me gustaba mirarlo porque era grande y desconocido -pero sólo veía la entrada, no la salida.- A su vez notaba que quería poserlo todo, era orgulloso, engreído, creo que era poseedor hasta de mi propia existencia y sabía con toda seguridad que sería suyo en breves instantes. Me atraía, no se cómo lo hacía, pero así era.
No recordaba el por qué estaba allí, ni como había llegado a aquel lugar apacible -nunca me lo había planteado.
No quería salir ya que me encontraba muy bien, lo tenía todo en este lugar. Veía que el destino era siniestro por el ruído que salía de él y entraba en mi. Igual me daba miedo, igual me atraía de una forma desconocida. Lo único que sentía era que cada vez me sentía más cerca, más suyo. No se si yo me sentía más cerca de él, o en cambio, era él que se estaba acercando a mi.
No lo se con certeza porque no lo recuerdo bien, sólo sabía que cada vez estábamos más cerca el uno del otro. Ahora por el contrario me parecía menos siniestro, me daba calor, seguridad -de qué, no lo recuerdo, pero me daba-, también daba confianza pero no sé hasta qué punto, porque no estaba muy seguro de querer atravesarlo.
Oía gemidos, gritos de sufrimiento. Entonces sentí pánico. Luché. No quería moverme de aquel magnífico lugar, pero una fuerza natural, no en mi, me arrastraba hacia lo desconocido.
(rescatado de la mudanza)
En mi caso esa fuerza natural que me arrastra a lo desconocido se llama: "Delegación de Educación" jajajaj!
ResponderEliminarme encantó este texto :) buen rescate!